¿Dónde
han quedado aquellos días de invierno soleados que ataviados hasta las cejas de
ropa calentita y con aliento humeante salíamos a pasear?…
Tardes de sábado a
través de la fría arena de la playa, donde el salitre oxigenado alimenta
nuestros pulmones a cada bocanada de aire.
El sonido
de las olas impactando en las rocas y rompiendo sus blancas crestas sobre la
arena de la orilla hacen que pensemos que el Mare Tranquilitatis o la Llanura
de Framauro existen en la tierra y lo tenemos muy cerca para disfrutar de su
tranquilidad y su silencio sonoro.
Se
encienden las luces de las casas y la noche acecha acompañada de su hermana, la
helada, que empapará a todo y a todos de ese blanco harineado...
Las chimeneas
de las casas trabajando continuamente para mantener cálido el hogar haciendo de
su trabajo un aroma inconfundible del
invierno y de las salidas de fin de semana.
Prontito
nos iremos al coche a encender la calefacción para entrar en calor mientras el
olor de la hierba húmeda y el sonido de las hojas bajo nuestros pies alimentan
nuestros oídos…recordando y grabando todo a fuego en el corazón.
Todo el
mundo que ha tenido o tiene su que hacer de tiempo libre de esta guisa creo que
ha tenido, tiene y tendrá un tesoro que recordar toda su vida. Una marca de
identidad tan honrosa y sana que de inocencia inunda cada uno de nuestros
cuerpos.
Algo
que explicar e inculcar a nuestros hijos…donde les mostraremos lo maravillosos
que puede llegar a ser lo que nos rodea...que nos atrapa y nos inunda de buenísimas
sensaciones...
No hay
nada mejor que empaparse de estos buenos momentos…ya que puede que no se puedan
volver a realizar más…No al menos como uno quisiera.
Bien
está lo realizado...bueno o malo pero bien hecho está aunque solo hay algo que
empaña lo dicho hasta ahora……….
La
soledad…
Me
llamo Iván y soy un solitario que disfruta de las pequeñas cosas de la vida….
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