EL ESPÍRITU DE LOS REYES MAGOS NO LLEVA CORONA
Me acurruqué en el asiento de pasajeros de nuestro viejo Renault porque era la manera más cómoda de sentarse cuando una está en cuarto curso. Mi papá iba al centro de la ciudad para hacer sus compras, y yo le acompañaba. Al menos, eso era lo que le había dicho; en realidad, quería preguntarle algo importante que me rondaba por la cabeza desde hacía algún tiempo, y ésta era la primera ocasión que tenía de estar con él, sin que se notaran mis intenciones.
- Papá…. – empecé a decir, y me interrumpí.
- ¿Sí? – dijo él.
- Algunos niños del colegio dicen una cosa que yo sé que no es verdad.
Noté cómo me temblaba el labio inferior debido al esfuerzo por aguantar las lágrimas que sentía acechando en mi ojo derecho; éste era siempre el primero que quería llorar.
- ¿De qué se trata pequeña?
Cuando empleaba esta palabra cariñosa, yo sabía que estaba de buen humor.
- Los niños dicen que los Reyes Magos no existen. – Tragué saliva. Se me escapó una lágrima. – Dicen que soy una tonta porque aún creo en los Reyes Magos….., que es sólo para los niños pequeños.
Mi ojo izquierdo insinuaba ya una primera lágrima.
- Pero yo creo en lo que tú dijiste. Que los Reyes Magos son reales. Lo son, ¿verdad, papá?
Hasta entonces habíamos ido circulando por la carretera del Parque del Muelle, que es una calle de dos carriles, flanqueada por un lado por los raíles del ferrocarril, y por el otro de un bonito parque con frondosos árboles y jardines. Al oír mi pregunta, papá se volvió para observar mi cara y la posición de mi cuerpo. Desvió el coche hacia un lado de la calle y lo detuvo. Paró el motor y se acercó más a mí, su hijita acurrucada en el rincón.
- Los chicos del colegio se equivocan cielo. Los Reyes Magos son reales.
- ¡Lo sabía! – exclamé suspirando de alivio.
- Pero debo contarte más cosas sobre los Reyes Magos. Creo que ya eres lo bastante mayor como para entender lo que te voy a explicar. ¿Estás lista?
Papá tenía un cálido brillo en los ojos y una expresión dulce en el rostro. Yo sabía que iba a contarme algo gordo, y estaba lista porque confiaba plenamente en él. Él nunca mentía.
- Hubo hace algún tiempo tres hombres de verdad que recorrían el mundo llevando regalos a los niños que lo merecían. Los encontrarás en muchos países con nombres distintos, pero lo que tenían dentro del corazón era lo mismo en todas las lenguas. Es el espíritu del amor incondicional y el deseo de compartir ese amor haciendo regalos con el corazón. Cuando llegues a una cierta edad, te darás cuenta de que los verdaderos Reyes Magos no son esos hombres que pasan por todas las casas la noche de reyes dejando regalos. La vida y el espíritu auténticos de esos duendes mágicos está por siempre en tu corazón, en el mío, en el de mamá y en el corazón y la mente de todas las personas que creen en la felicidad que les trae el dar a los demás. El verdadero espíritu de los Reyes Magos está en lo que tú puedes dar en lugar de lo que recibes. Una vez que entiendas esto y pase a formar parte de ti, la navidad será todavía más emocionante y más mágica porque sabrás que la magia sale de ti cuando los Reyes Magos vivan en tu corazón. ¿Entiendes lo que trato de decirte?
Yo miraba a través del parabrisas poniendo toda mi atención en el árbol que estaba delante de nosotros. Tenía miedo de mirar a papá, la persona que me había dicho durante toda mi vida que los Reyes Magos eran unos seres reales. Yo quería seguir creyendo en lo que creía el año pasado, que los Reyes Magos eran unos duendes viejitos vestidos con grandes capas brillantes y hermosas coronas. No quería tragarme la píldora de los mayores y ver algo distinto.
- Patty, mírame
Mi padre esperó. Yo volví la cabeza y le miré.
También papá tenía lágrimas en los ojos…., lágrimas de alegría. Su cara resplandecía con la luz de mil galaxias, y vi en sus ojos los ojos de los Reyes Magos. De los verdaderos Reyes Magos. Los que habían dedicado su tiempo a buscar las cosas especiales que yo había querido cada Navidad desde que empecé a vivir en este planeta. Los Reyes Magos que se comían mis galletas cuidadosamente decoradas y se bebían la leche caliente. Los Reyes Magos que probablemente se comieron las zanahorias que yo había dejado para los camellos. Los Reyes Magos que, pese a su absoluta falta de aptitudes mecánicas, montaban bicicletas, trenes eléctricos y otros juguetes durante horas la noche de reyes.
Yo lo tenía. Tenía el gozo, la participación, el amor. Papá me atrajo hacia él en un cálido abrazo, y me sujetó durante lo que pareció el rato más largo. Los dos lloramos.
- Ahora perteneces a un grupo de gente especial – prosiguió papá-. A partir de ahora compartirás la alegría de la Navidad todos los días del año, no sólo un día concreto. Porque, ahora, los Reyes Magos viven en tu corazón igual que viven en el mío. Tienes la responsabilidad de servir al espíritu de dar como la parte de los Reyes Magos que viven dentro de ti. Esta es una de las cosas más importantes que pueden ocurrirte en toda tu vida, porque ahora ya sabes que los Reyes Magos no pueden existir sin personas como tú y yo que les mantengan vivos. ¿Crees que podrás hacerlo?
El corazón se me hinchó de orgullo, y estoy segura de que mis ojos brillaban de entusiasmo.
- Claro, papá. Quiero que estén en mi corazón, como están en el tuyo. Te quiero papá. Eres los mejores Reyes Magos que hayan existido nunca en el mundo.
Cuando llegue el momento de explicar la realidad de los Reyes Magos a mis hijos, rezo al espíritu de la Navidad para que me haga tan elocuente y afectuoso como lo fue mi padre el día en que aprendí que el espíritu de los Reyes Magos no lleva corona. Y espero que ellos sean tan receptivos como yo lo fui aquél día. Confío totalmente en ellos, y creo que ellos confiarán en mí.
Patty Hansen
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