“Oyendo un día al orador Calistrato pronunciar un discurso que fue muy celebrado por el público, se excitó de tal modo en Demóstenes el deseo de gloria, que, dejando de lado las demás enseñanzas y ocupaciones juveniles, se puso a trabajar con empeño para llegar a ser orador. No le favorecía su naturaleza delicada y enfermiza, y menos aún su escasa voz, su falta de aliento para terminar largos periodos sin cortarlos y, sobre todo, la torpeza de su lengua, que le hacía tartamudear en algunas palabras”.
Esto le valió la rechifla y el abucheo de la gente las primeras veces que habló en público, y tan avergonzado y confundido quedó en una de ellas, que se retiró alicaído tapándose la cabeza con la clámide.
Aleccionado por un actor llamado Sátiro, pronto se convenció de que el esmero en la composición de nada sirve si el orador se descuida en la pronunciación y en los ademanes. En consecuencia, se hizo construir un estudio en el sótano de su casa, y allí se ejercitaba en formar y variar tanto la acción como el tono de la voz, y muchas veces pasó encerrado dos y tres meses continuos, afeitándose un lado de la cabeza para no poder salir, aunque quisiera.
Para remediar los defectos físicos, empleó medios como el ponerse guijas en la boca y pronunciar así largos periodos para corregir su tartamudez, y ejercitaba su voz en el campo corriendo y subiendo empinadas cuestas, mientras recitaba trozos de prosa o algunos versos con aliento cansado; y, finalmente, se ponía a declamar sus discursos mirándose en un espejo, para ver y corregir sus ademanes.
A estos ejercicios y a su incansable trabajo en estudiar los asuntos de los que iba a tratar, y en componer por escrito y pulir sus discursos, debió Demóstenes la fama que nadie ha eclipsado, de ser el más grande y elocuente de los oradores. Todo debido a la firme determinación de llegar a serlo, sostenida y alentada por su fuerza de voluntad y su trabajo en vencer todos los obstáculos”.
Así es como se logran los objetivos de la vida..positividad y asertividad hasta el grado del liderazgo de una vida plena.
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