domingo, 17 de marzo de 2019

ESPERANZA...EQUILIBRIO DE VIDA.

Llama la atención que sean precisamente los más jóvenes, que siempre suelen ser acusados de vivir deprisa y mirar por sí mismos, quienes estén señalando las costuras de este sistema. Todavía hay mucha esperanza, desde luego. Y este es un muy buen hilo del que tirar para cambiar a una generación con personas que están comprometidas con el Medio Ambiente y por supuesto con la Eficiencia Energética, en todos los sectores productivos y sociales.

Los estudiantes que participaron este viernes en nuestro país en la huelga por el clima de la mano del movimiento internacional #Fridays4Future han señalado al emperador desnudo. Han pasado 12 años desde que Rajoy citara a su primo y nos dijera que no podíamos convertir el cambio climático en el gran problema mundial porque nadie podía saber si era cierto. Hoy ya nadie niega su existencia y sus efectos se notan con contundencia en países como España, donde el riesgo de desertificación es de los más altos de Europa. Estamos, como dicen ellos, ante una emergencia climática.

Sin embargo, ninguno de los partidos gobernantes hasta el momento se ha tomado en serio esta cuestión, y ha preferido seguir sacrificando nuestra tierra y nuestra salud a costa de los beneficios y la contaminación de las grandes empresas energéticas y eléctricas. Esas con suculentos consejos de administración a donde llevan siempre las puertas giratorias. En esta década la lucha contra el cambio climático se ha convertido en un asunto de alto consenso y baja intensidad. 
Ahora, los jóvenes liderados por Greta Thunberg señalan al emperador desnudo. Se nos acaba el tiempo para echar el freno de mano. Es ahora o nunca.

Tenemos una sociedad que se ha construido sobre el principio universal de usar y tirar. Usamos y tiramos cosas, usamos y tiramos personas. Vamos rápido, aunque no sepamos muy bien a dónde vamos. Llama la atención que sean precisamente los más jóvenes, que siempre suelen ser acusados de vivir deprisa y mirar por sí mismos, quienes estén señalando las costuras de este sistema. Normal, les va la vida en ello. Y a nosotros también. Hay que darles las gracias, sin duda, pero sin la condescendencia adultocéntrica que suele caracterizarnos. Hay que darles las gracias y tomarse muy en serio sus reivindicaciones, porque recibir el planeta y su biodiversidad al menos en las mismas condiciones que la generación anterior es su derecho. Su derecho intergeneracional, concretamente.

De momento, la herencia que les dejamos es como para que den ganas de rechazarla, si eso fuera posible. La temperatura en las ciudades españolas ha subido el doble que la media mundial en 50 años, el 80% de España está en riesgo de desertificación, los grandes incendios forestales arrasan nuestros bosques cada verano y el agua se ha convertido en un bien con el que especular y corromper, más que un derecho a garantizar.


Necesitamos reencontrar el equilibrio, un nuevo contrato social y medioambiental que nos permita armonizar nuestras vidas, hacerlas dignas y seguras, al mismo tiempo que conservamos y cuidamos el planeta

No podemos permitir que las grandes empresas multinacionales, quienes han bloqueado y presionado contra el autoconsumo energético y contra la democratización del cambio de modelo productivo, sean ahora quienes de mala manera y a trompicones avancen en la transición energética dejándose a la gente por el camino. Exactamente eso es lo que están haciendo en Asturias Iberdrola y Naturgy que han decidido cerrar sus centrales térmicas sin tener en cuenta a los trabajadores y trabajadoras. El gran objetivo común al que nos enfrentamos como sociedad no pasa por cambiar unos privilegios de ganancia por otros: antes con las térmicas, ahora con las renovables, mientras la gente no tiene para vivir en sus pueblos y ciudades.
Muy al contrario, este reto ecológico, si se aborda en serio y de manera integral, es una gran oportunidad para la creación de empleo y de oportunidades económicas en las zonas más deprimidas y abandonadas por la desindustrialización. No olvidemos, además, que son esas mismas personas trabajadoras y sus comunidades las que han pagado con su salud la brutal contaminación del aire producida por esas mismas térmicas. También conviene recordar que otra de las consecuencias de este nefasto modelo energético ha sido la subida incontrolada de la factura energética de los hogares y las dramáticas situaciones de pobreza energética.
Avanzar hacia un país sostenible, hacia un horizonte verde, implica cambiarlo todo porque nos obliga a reordenar nuestras prioridades. Las políticas desarrollistas sin freno son incompatibles con la vida y están llevando al planeta más allá de sus límites. Son las mismas que han arrasado el medio ambiente con tal de construir infraestructuras innecesarias y llenas de sobrecostes, como una parte importante de las líneas de AVE. Esas políticas han llenado los bolsillos de las empresas constructoras que luego, a su vez, llenaban los bolsillos de los políticos del PP.
Necesitamos reencontrar el equilibrio, un nuevo contrato social y medioambiental que nos permita armonizar nuestras vidas, hacerlas dignas y seguras, al mismo tiempo que conservamos y cuidamos nuestra tierra, para garantizar que las vidas de los que vienen después, también lo sean. Es posible, no dejemos que nos pueda el bloqueo y la indefensión en la que nos quieren sumir los que se benefician de este sistema. Empieza tomando conciencia, empieza cambiando lo que piensas para cambiar lo que haces.



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