jueves, 20 de octubre de 2011
La maldición de las Octogárgolas de París
Cuentan los Sagrados Manuales de Usuario en sus anotaciones a pie de página que fueron condenadas, tras un acto de rebeldía contra el dios ASCII, a deambular eternamente por las catacumbas de París.
Cuentan también que, por un bug de programación en la condena, cada 8 de agosto, a las 8 de la mañana, escapan de su lúgubre prisión y son libres de caminar, con su paso monótono y mecánico, por las azoteas de la ciudad de la luz. Hasta las 8 de la tarde. Momento en el que tienen que regresar a las catacumbas.
Pero algunas, atrapadas tal vez por la belleza de las férreas curvas de la torre Eiffel; o de las pétreas curvas de la cúpula del Sacré Coeur; o, qué demonios, de las carnosas curvas de las bailarinas del Moulin Rouge, no regresan al subsuelo.
Y cuando el reloj del Defensor del Tiempo da la última de las ocho campanadas verspertinas, esas octogárgolas rebeldes que no regresaron a su oscura prisión quedan petrificadas, per sécula seculórum, en las paredes de las calles de París.
Sí, eso cuentan los Sagrados Manuales de Usuario.
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